I survived to Behòvia 2009

dilluns, 14 de juliol del 2014

A brotherhood of man (and woman).

The winners. Evasión y victoria.


Me comenta que le han comentado que incluso han llegado a telefonear a su abuela, ¡tres veces!, para que corra con tal equipo en Santes Creus. Era el mundial y la gente buscaba reforzarse y por ello se entiende. Yo mismo fui un testigo desnudo, en la ducha y tras unas dolorosas series del fichaje de un galáctico y no hubo pastillas de jabón deslizándose por el suelo. Lo prometo. La semana previa, hace ocho días, la presión iba en aumento. Los grupos de wattsapp pasaban en enloquecidos intervalos del silencio monacal, de clausura, al ruido estremecedor que puedas sentir una mañana de domingo de agosto al lado del altavoz de un after hours perdido en medio de los Monegros, colapsándose los móviles. 


Nuestro equipo mixto. Subía la media de belleza interior y exterior.


Y eso eran los nervios. Las hojas de Excel volaban de nube en nube acechando el orden de los participantes y quiénes eran estos. Actualización cuántica, inmediata. Se hablaba de keniatas. De medallas olímpicas. De resultados ya escritos. Que si era el destino. No se podía salir a entrenar, oigan, sin que a la mínima fueras interceptado e interrogado en la búsqueda constante del Santo Grial con sesiones copiadas de Abu Ghraib.  Quizás de Afganistán. Deseos de polígrafos. 


Lucha épica. Yo soy aquel.


Yo mismo llegué a informar a un amigo de los cambios que había experimentado la alineación de su equipo, tal era la ceremonia de la confusión. Había terror en el hipermercado si veías a un tipo fino y horror en el ultramarinos. Hasta Julio Iglesias metió mano al asunto. Y se entiende, era la final del verdadero mundial. Del campeonato mundial del Camp de Tarragona de Ekiden. Y como ya expliqué aquí, en el Ekiden mandan los sentimientos.


Julio lo sabía.


Nosotros a lo nuestro. Un año atrás fui testigo por lesión y le tenía muchas ganas. Tantas que a cinco semanas vista comenzamos la preparación específica. Física, ambiental y psicológica. Calidad con desnivel que vieron romperse en mil pedazos los récords del Boston Simulator y del Llorito. Calidad bajo el sol. Cohesión grupal. Liderazgo colectivo. Y estábamos fuertes, muy fuertes. Tops y pecholobismo descubierto que hubiera sido la misma envidia del Oregon Training Group (Salazar) si nos hubiésemos cruzado (con Rupp, Farah y Hasay, un poner). El día a día fue la recompensa.


Fucking Lloritos pensaba alguno...atención a la paparazzi



Y llegó. Y el día fue muy grande. Un espíritu de hermandad (ya vivido, en parte) de hombres y mujeres se apoderó del duro y revirado circuito y unos y otros nos animamos sin cesar a lo largo de 3 mágicas horas. Luchamos como fieras, dimos todos lo mejor de nosotros mismos e independientemente del resultado nos felicitamos al acabar. Todos sabíamos cuánto había sufrido el otro, que aquí no hay piscinas, ostias.

Incluso la luna se emocionó poniéndose de nuestra parte, circular y brillante. Nos lo habíamos ganado(todos). Picar piedra puede ser algo maravilloso.

Se agota la temporada (aún no del todo…L’Espluga) y septiembre nos espera en una hermandad maratoniana (y mediomaratoniana) interclubs que hará las delicias de aquellos que osen abrazarla. 

Somos monjes. Somos guerreros. Somos atletas.

¡Saludos!

3 comentaris:

pasosypedales ha dit...

Para estar tan fino eres muy grande Ferrán!!!
Enhorabuena una vez más ;)

Dioni Tulipán ha dit...

Qué derroche de optimismo y felicidad!! Veo que estás (estáis) fuertes, fuertes.
En septiembre intentaré buscar un club (quizás Cornellà), porque veo que los entrenos y los piques juntos dan sus frutos!!

Sigue así Ferran,
Abrazos,
Dennis.

Ferran ha dit...

Gracias Enrique!

Dennis, te lo recomiendo! Entrenar en grupo, sobretodo calidad, te lleva la nivel siguiente (o al otro!).

Un fuerte abrazo chicos!